lunes, 22 de mayo de 2017

El PRI y el PAN se disputan el voto conservador en el Estado de México

Estado de México.- Alfredo del Mazo, el candidato del PRI al Gobierno del Estado de México, estuvo la semana pasada con 1.200 simpatizantes de Encuentro Social (PES), un partido político nacido hace poco menos de tres años, formado por miembros de iglesias evangélicas. El pastor de una de estas organizaciones dirigió unas palabras al candidato que intenta retener para su partido el principal bastión en las elecciones locales del 4 de junio. “Sé que en este país nos decimos laicos… pero creo que nos hemos ido del otro lado, hemos echado a Dios del Gobierno y si no hay temor de Dios tampoco puede haber valores… si no hay temor de Dios no podemos combatir la corrupción”, dijo Gilberto Rocha.
Del Mazo dijo ser un hombre de fe y estar convencido de que “el camino de Dios” lo llevará al triunfo en las urnas. Sus palabras fueron inusuales en un país donde el discurso político suele ser aconfesional. El evento ante líderes “en favor de la vida y la familia” provocó que los adversarios del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) acudieran a la autoridad electoral para quejarse de la intromisión en política de ministros de culto, prohibido en la Constitución. No obstante, la religión y los sectores conservadores se han convertido en protagonistas dentro de esta campaña.
“Es grave ver al PRI tan a la derecha”, considera Regina Tamés, directora del Grupo de información en reproducción elegida (GIRE), una asociación civil que defiende los derechos reproductivos de las mujeres, entre ellos el derecho a abortar. “Del Mazo se ha corrido a la derecha a una posición que no le hemos visto ni a Peña Nieto”. El presidente, pariente del candidato priísta del Estado de México, podría ser uno de los responsables indirectos del protagonismo que han cobrado los sectores conservadores en la política.
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Hace un año, el presidente Peña Nieto propuso legalizar el matrimonio homosexual en todo el país. La propuesta enfureció a la ultraderecha, que mostró su fuerza y capacidad de organización con multitudinarias manifestaciones en las calles de las principales ciudades mexicanas. Estos grupos anti derechos alzaron la voz —como ha sucedido en otros países de América Latina— en contra de las uniones entre personas del mismo sexo, el aborto y lo que ellos llaman la ideología de género. En cambio, se mostraron en favor de la familia tradicional. La movilización fue suficiente para que el PRI echara marcha atrás y dejara morir la iniciativa presidencial en las catacumbas de la Cámara de Diputados.

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